Unicaribe y el liderazgo silencioso que puede transformar el Magdalena

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Por Jaime Alberto Morón Cárdenas.Profesor e investigador universitario

El Plan Nacional de Desarrollo 2022–2026, denominado Colombia Potencia Mundial de la Vida, se propuso alcanzar la mayor cobertura en educación superior de la historia, con una meta del 62 % al finalizar el cuatrienio, frente al 53,9 % registrado en 2021. Para ello, la gratuidad de la matrícula en universidades públicas se consolidó como política de Estado, acompañada de la construcción de nuevas sedes universitarias y la expansión del SENA (DNP, 2022). La idea de territorializar la calidad académica y acercar las instituciones a regiones periféricas como el Caribe fue presentada como un compromiso político, pero su concreción siempre estuvo en duda. Magdalena, pese a su rezago histórico, no aparecía inicialmente entre los departamentos priorizados. En este vacío emergieron apuestas locales y transformaciones institucionales que hoy empiezan a cambiar el panorama. La más significativa es la transición del Instituto Nacional de Formación Técnica Profesional de Ciénaga (INFOTEP) a la Institución Universitaria del Caribe (Unicaribe).
El contexto lo explica todo. Magdalena tiene una de las tasas más bajas de tránsito inmediato de la educación media a la superior: apenas 38,9 %, frente a un 62,4 % en San Andrés, 55,1 % en Quindío o 53,9 % en Bogotá (MEN, 2025). En competitividad, el Índice Departamental de Competitividad 2025 lo ubica en el puesto 21 de 33, con un puntaje de 4,34 sobre 10, destacando falencias estructurales en educación superior, mercado laboral y adopción tecnológica (Consejo Privado de Competitividad, 2025). La informalidad laboral departamental supera el 77 %, y el 62 % de los ocupados son cuenta propia (Orozco y Portillo, 2025; ORMET, 2025). En los jóvenes, la situación es más dramática: la tasa de desconexión juvenil alcanza el 25,46 %, con 92.427 jóvenes que ni estudian ni trabajan, de los cuales el 78 % son mujeres (Arévalo, De la Torre y Morón, 2025).
INFOTEP fue durante décadas un instituto pequeño que ofrecía formación técnica profesional en áreas limitadas. Sin embargo, bajo un liderazgo institucional constante, la entidad se transformó en pocos años. De acuerdo con INFOTEP Ciénaga (2024), la matrícula pasó de 734 estudiantes en 2019 a más de 4.300 en 2024, con cobertura gratuita para el 99 % de sus alumnos gracias a los aportes de la Nación. El presupuesto casi se duplicó en dos años y se modernizaron sedes como Costa Verde y Aracataca, con una inversión de más de $39.000 millones en infraestructura, laboratorios y biblioteca (MEN, 2025a). Más allá de las cifras, lo que resalta es la gestión discreta y técnica que permitió alinear la institución con las exigencias normativas del Ministerio de Educación para lograr el cambio de carácter en agosto de 2025, mediante la Resolución 017088 (MEN, 2025b).
Ese día, el propio Ministerio expresó en su canal oficial que “el cambio va mucho más allá del nombre, es una nueva etapa que implica mayores recursos, más programas con registros calificados y oportunidades para nuestros jóvenes”, acompañado de una inversión de $45.000 millones para infraestructura y acceso (MEN, 2025b). A su vez, el rector Leonardo Pérez Suescún afirmó en su cuenta oficial de X: “como Institución Universitaria del Caribe, es un orgullo ser protagonistas de este nuevo capítulo para la historia de Ciénaga y la Región”, y agradeció al Gobierno Nacional por el respaldo y la visión de llevar educación superior a la gente (Pérez Suescún, 2025). Estas palabras sintetizan el sentido de la transformación: una apuesta con peso institucional y legitimidad social.
Los logros hablan por sí solos. En el ámbito académico, Unicaribe ofrece programas de nivel profesional en Administración de Agronegocios, Contaduría, Ingeniería Industrial, Ingeniería Informática y Administración Logística, articulados por ciclos propedéuticos, y abrió nuevos programas como Trabajo Social e Ingeniería Eléctrica. Ya prepara su primera especialización en Gerencia de Proyectos y contempla abrir maestrías en los próximos cinco años (INFOTEP, 2024). En investigación, logró el reconocimiento de siete grupos ante Minciencias, un salto notable frente a los dos que tenía en 2019, y vinculó quince investigadores categorizados. En extensión, consolidó iniciativas como la Escuela de Liderazgo para el Magdalena, el proyecto Diversa y VEAN (Visión Empresarial, Aceleración de Negocios), con impacto en mujeres cabeza de hogar, víctimas del conflicto y comunidades locales. En internacionalización, firmó convenios con universidades de España, Chile y México para movilidad académica y clases espejo. El documento maestro recogió todo lo relacionado con el cambio de carácter, que proyecta un horizonte hasta 2033 con metas claras en cobertura, calidad y pertinencia (INFOTEP, 2024).
La relevancia de estos avances debe interpretarse en clave de competitividad. Los diagnósticos del Consejo Privado de Competitividad son contundentes: Magdalena está rezagado en capital humano avanzado y en sofisticación empresarial (CPC, 2025). La mayoría de sus estudiantes universitarios se concentran en Administración y Derecho (34 %), mientras que solo el 3 % cursa programas TIC y el 1 % en ciencias básicas. Esta brecha limita la capacidad de innovación y la inserción en cadenas de valor modernas. Unicaribe puede corregir parcialmente esta tendencia si orienta su oferta hacia áreas estratégicas como tecnologías de la información, agroindustria sostenible, logística portuaria y turismo con enfoque de calidad. No es casual que en Ciénaga se proyecten programas ligados al patrimonio cultural y al medio ambiente, en la Zona Bananera carreras en agroindustria, y en Aracataca una apuesta por formación en ciencias sociales y educación. El liderazgo de Pérez Suescún ha consistido precisamente en leer las necesidades del territorio y traducirlas en programas pertinentes, con visión de futuro.
El impacto sobre el mercado laboral puede ser decisivo. Estudios recientes muestran que la informalidad en el sector rural del Magdalena supera el 84 %, condicionada por bajos niveles educativos y ocupaciones de subsistencia (Orozco y Portillo, 2025). En Santa Marta, seis de cada diez ocupados trabajan sin seguridad social, y el desempleo juvenil duplica el promedio general (ORMET, 2025). A esta realidad se suma el peso del mototaxismo, donde más de 25.000 personas dependen de esta actividad, con ingresos diarios cercanos a $35.000 y sin seguridad social, representando cerca del 6 % del PIB local (Morón, 2025). En este contexto, más cupos universitarios y programas de formación dual pueden reducir la desconexión juvenil y aumentar la empleabilidad formal. De hecho, cada punto porcentual de reducción en la tasa NEET representa entre 0,5 y 1 punto de crecimiento potencial del PIB, según la OIT (2020). No es poca cosa: al ampliar la cobertura y garantizar pertinencia, Unicaribe se convierte en un instrumento de política laboral indirecta, capaz de incidir en los determinantes estructurales del desempleo y la informalidad.
La trascendencia del cambio también fue recogida por distintos medios de comunicación. El Observatorio de la Universidad Colombiana destacó que se trataba de la primera institución universitaria pública de carácter departamental en el Magdalena (Observatorio de la Universidad Colombiana, 2025). En la prensa regional, SieteDías afirmó que el cambio representaba un logro colectivo para la región Caribe, con capacidad de irradiar beneficios a Aracataca, Fundación y la Sierra Nevada (SieteDías, 2025). De igual manera, Opinión Caribe reseñó que Unicaribe da “un salto histórico” al consolidar a Ciénaga como epicentro educativo del Caribe (Opinión Caribe, 2025). El cubrimiento no se limitó al ámbito regional: El Espectador publicó que el cambio permitirá ofrecer programas profesionales y posgrados, en el marco de una inversión de $45.000 millones anunciada por el Gobierno Nacional (El Espectador, 2025). También Caracol Radio informó sobre la trascendental apuesta de cambio de modalidad y su impacto en la cobertura educativa en el Magdalena y el Caribe (Caracol Radio, 2025). Redes sociales y portales digitales replicaron la noticia, con mensajes de estudiantes y graduados que expresaban orgullo por el nuevo logo institucional. Esa confluencia de voces públicas instaló la percepción de que Ciénaga, marcada durante décadas por la masacre bananera y el rezago, empezaba a proyectarse como polo universitario en el Caribe.
No se trata de endiosar personas, sino de reconocer liderazgos colectivos. El equipo directivo y académico ha sabido combinar rigor académico, capacidad de gestión y sensibilidad social. Unicaribe no solo cambió de nombre, sino que se proyecta como un actor regional de peso en educación, investigación y extensión. En un departamento con un 77,8 % de informalidad laboral y apenas 38 % de tránsito a la educación superior (CPC, 2025; MEN, 2025b), esa transformación es estratégica. Claro está, los retos son enormes: lograr acreditaciones de alta calidad, atraer más docentes con doctorado, consolidar investigación aplicada y medir la empleabilidad de sus egresados. Pero como bien señalan los informes de competitividad, sin capital humano no hay desarrollo posible, y ahí Unicaribe ya está haciendo diferencia.
El futuro del Magdalena no se resolverá con un decreto ni con un cambio de membrete, pero contar con una universidad pública fortalecida en Ciénaga es un paso decisivo. La competitividad regional exige instituciones sólidas, y el mercado laboral necesita profesionales formados con pertinencia. Los indicadores sociales —menos NEET, más mujeres en la universidad, más jóvenes rurales con oportunidades— serán la verdadera medida de éxito. Este proceso consiste en haber puesto la educación en el centro de la agenda, con resultados verificables y visión de largo plazo. La apuesta directiva busca que la institución le apunte a la regionalización; la decisión de llevar la universidad a Montelíbano (Córdoba), Mompox (Bolívar), Minca, Buritaca y El Banco, en el Magdalena, confirma su alineación con el Caribe colombiano.
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