SOLTEMOS CIERTOS HÁBITOS Y PLANIFIQUEMOS EL ENVEJECIMIENTO SALUDABLE

Por: Jorge Agudelo Moreno.
La política internacional y nacional está que arde, hay muchos temas para abordar, pero hoy he querido hablar de nuestra vida, de nuestros hábitos y de nuestro envejecimiento, que es uno de los temas de preocupación mundial.
Empecemos diciendo que la experiencia universal enseña que para alcanzar un envejecimiento saludable, y ser felices, además de asumir los hábitos saludables ya conocidos, tales como consumir alimentación balanceada y saludable, hacer ejercicios de manera permanente, dormir bien, reír a carcajadas, asumir actitud positiva, combatir el estrés, mantener vida social con familiares y amigos, participar de organizaciones sociales, culturales, recreativas y/o deportivas, y mantenerse siempre alegre, como dijera en su disco el salsero Raphy Leavit y su Orquesta La Selecta, también existe otro aspecto clave que consiste en soltar ciertos hábitos que, aunque parezcan inofensivos, pueden estar robándonos bienestar, tales como los siguientes:
La idea de que hay una edad límite para aprender o empezar algo nuevo. Tanto es así que pensar que “ya es tarde” solo alimenta el estancamiento, pues la realidad es que nunca es tarde para aprender o empezar algo nuevo. Al contrario, los años traen consigo sabiduría y perspectiva, dos aliadas perfectas para abrirse a nuevas experiencias, conocimientos, habilidades o pasiones de la vida.
También es importante dejar de vivir anclados al pasado. Aunque es natural sentir nostalgia, aferrarse a lo que fue, impide abrazar lo que eres. Aceptar los cambios, aunque no siempre sean fáciles, permite adaptarse mejor y vivir nuevas formas de disfrutar. En la misma línea, hay que aprender a soltar el rencor. Cargar con emociones negativas del pasado es una mochila pesada que afecta el equilibrio emocional. Perdonar, incluso sin olvidar, es una forma poderosa de liberar espacio para la paz interior.
Agradecer lo que se tiene también juega un papel esencial. La gratitud nos ayuda a valorar lo cotidiano, lo pequeño, lo constante. Y eso cambia la perspectiva. Cabe señalar que es muy importante el hecho de no abandonar los hobbies como Leer, pintar, bailar o cualquier otra actividad que encienda la chispa interior, ya que tiene un impacto positivo en el bienestar emocional y mental. Por último, hay que dejar de vivir en modo retrospectiva. Preocuparse por lo que no se hizo o lo que se perdió, impide disfrutar del presente. El momento actual y presente es donde ocurre la vida, y poner el foco allí permite experimentar una felicidad más real y duradera que nos potencia la vejez y nos ayuda a ser felices…
Por otro lado, como prevencionista, debemos reconocer la interesante postura del doctor Alejandro Martínez, gerontólogo y experto en envejecimiento saludable de la Pontificia Universidad Javeriana, quien menciona que, “No es lo mismo envejecer que dejarse envejecer. La diferencia entre ambos conceptos puede significar años de vida o de deterioro prematuro”. Para el doctor Martínez, el envejecimiento no debe verse como una etapa de declive, sino como una fase de reorganización vital, en la que la planificación juega un papel fundamental: “envejecer con propósito no significa tener todo resuelto, sino tener un marco de referencia, metas adaptadas a la etapa de vida, vínculos sostenidos y un entorno emocionalmente positivo”.
Envejecer no debe entenderse como un destino, sino como una construcción activa, casi como un proyecto de vida. Tener un plan no garantiza la inmortalidad, pero sí aumenta las probabilidades de tener una vida más plena, segura y significativa. Cuando se piensa en vivir más tiempo, se suele enfocar en factores como la dieta, el ejercicio o la genética. Sin embargo, una investigación sugiere que la longevidad también está influenciada por algo menos tangible, pero igual de poderoso: tener un plan de vida para envejecer. Lejos de ser una simple aspiración abstracta, planificar activamente cómo se quiere envejecer podría ser, según los expertos, una de las herramientas más efectivas para sumar años saludables a nuestra existencia.
El doctor Alejandro Martínez sugiere dividir el plan en cinco ejes: la salud física y mental, tener un plan financiero, organizar la red social, tener propósito o unas metas y una vivienda adaptada, porque el doctor Martínez señala que la forma en que vivimos impacta el envejecimiento. El concepto de “envejecer con propósito” ha ganado fuerza en los últimos años. Diversos estudios han demostrado que tener metas personales en la tercera edad, por pequeñas que sean, está vinculado con una menor tasa de mortalidad. Un análisis publicado por Psychological Science en 2023 concluyó que las personas mayores con un fuerte sentido de propósito tenían un 15% menos de probabilidades de morir en los próximos 10 años, comparadas con aquellas sin metas claras. El doctor Martínez refuerza esta idea: “He visto pacientes transformarse cuando encuentran algo que los motiva. Una mujer que empieza a escribir sus memorias, un hombre que aprende a usar redes sociales para hablar con sus nietos. El propósito es el mejor multivitamínico emocional”.
No tener un plan para el envejecimiento puede llevar a lo que los expertos llaman “vejez reactiva”: una etapa en la que se responde a las crisis cuando ya han estallado. Por ejemplo, las caídas en el hogar, los problemas económicos, soledad profunda o deterioro cognitivo pueden ser evitables si se anticipan con organización. “El envejecimiento sin planificación es como lanzarse al mar sin salvavidas”, explica el Dr. Martínez. “Muchos adultos mayores no contemplan la idea de necesitar ayuda, pero cuando llega el momento, todo cae como un dominó. Prever es protegerse”.
Una pregunta común entre quienes ya superan los 60 o incluso los 70 años es si aún tiene sentido planificar. El Dr. Martínez dice: “Nunca es tarde para reorientar la vida. De hecho, muchos planes exitosos de envejecimiento comienzan con una pequeña acción: salir a caminar, buscar un club de lectura, consultar a un nutricionista o simplemente llamar a un viejo amigo”. Envejecer no debe entenderse como un destino, sino como una construcción activa, casi como un proyecto de vida. Tener un plan no garantiza la inmortalidad, pero sí aumenta las probabilidades de tener una vida más plena, segura y significativa. Como dice el doctor Martínez en su reflexión final: “Los años no se estiran con cremas ni con cirugías. Se estiran con decisiones, con sentido, con vínculos. Envejecer bien no es suerte, es estrategia. Y es una que todos podemos aprender”. Podemos señalar que la prevención y la planificación no son sinónimos, pero sí están relacionados en la medida en que se puede prevenir para planificar, y ambas decisiones garantizan envejecimiento saludable, de tal suerte que, si prevenimos enfermedades, accidentes, tragedias y muertes prematuras, estaremos planificando nuestro envejecimiento saludable…
#ULTIMAVERSION