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LA OBESIDAD NO ES UN FRACASO PERSONAL

Columna de opinión

Por: Jorge Agudelo Moreno. 

Un grupo selecto de los principales investigadores del mundo que estudian la obesidad, se reunió el año pasado en las salas doradas de la Sociedad Real, la sociedad científica en la que participaron Isaac Newton y Charles Darwin, y donde alguna vez se debatieron ideas como la gravedad y la evolución. Los científicos discutían sobre las causas de la obesidad, que afecta a más del 70% de los ciudadanos en el mundo. En la sesión de clausura, el biólogo Jhon Speackman ofreció esta conclusión sobre el tema: “No hay consenso sobre cuál es la causa”… 

Esto no quiere decir que los investigadores no estuvieran de acuerdo en nada. La reunión de tres días estuvo impregnada de una comprensión implícita de lo que no es la obesidad: un fracaso personal. Ningún ponente argumentó que los seres humanos, de manera colectiva, perdieron fuerza de voluntad al llegar la década de 1980, cuando las tasas de obesidad se dispararon, primero en los países de altos ingresos y luego en la mayor parte del resto del mundo. Ni un solo científico dijo que nuestros genes cambiaron en ese breve periodo de tiempo. No se habló de la pereza, la gula y el ocio como elementos que propician la obesidad. A diferencia de la visión social predominante sobre la obesidad, que supone que las personas tienen pleno control sobre el tamaño de sus cuerpos, no culparon a los individuos por su condición, del mismo modo que no culpamos a las personas que sufren problemas de desnutrición, sino a las restricciones y el desperdicio. 

En cambio, los investigadores dijeron que la obesidad era una afección crónica y compleja, y que se habían reunido para llegar al fondo de por qué los humanos, en conjunto, nos hemos vuelto más anchos en los últimos cincuenta años. Para hacerlo, compartieron una variedad de mecanismos que podrían explicar el aumento global en la obesidad. Y sus teorías, aunque diversas, hicieron evidente una cosa: siempre que tratemos la obesidad como un problema de responsabilidad personal, es poco probable que su prevalencia disminuya. 

Un biólogo nutricional presentó la idea de que todos los carbohidratos y las grasas en los alimentos actuales diluyen las proteínas que necesitan nuestros cuerpos, lo cual nos impulsa a comer más calorías para compensar la discrepancia. Un endocrinólogo habló del modelo científico detrás del enfoque de la dieta baja en carbohidratos y sugirió que los patrones de alimentación con muchos carbohidratos impulsan la grasa de una forma única, mientras que un antropólogo evolutivo argumentó que muchas sociedades cazadoras-recolectoras magras comen muchos hidratos de carbono, con especial afinidad por la miel. 

A pesar de ello, otros piensan que tal vez el problema tiene menos que ver con lo que comemos y más con lo que no comemos. Una etóloga compartió su trabajo sobre el vínculo entre la inseguridad alimentaria y la obesidad en las aves. Cuando los alimentos escasean, los animales comen menos calorías, pero suben más de peso. Los estudios en humanos también han demostrado una asociación “sólida” entre la inseguridad alimentaria y la obesidad, lo cual se conoce como la paradoja del hambre y la obesidad. Por si el tema no fuera suficientemente complejo, los investigadores dejaron claro que la obesidad no puede considerarse como una única afección. Hablaron de casos raros causados por mutaciones o trastornos de un solo gen; lo más habitual es que la obesidad surja a causa de interacciones genético-ambientales todavía inciertas. Para el final de la conferencia, los asistentes distaba de haber llegado a una teoría unificadora que explica el aumento mundial de la obesidad, una condición presente en la humanidad. 

En otras palabras, no hubo curas rápidas ni trucos de magia en esa sala de reuniones de Londres. Y aunque hubo emoción por los avances increíbles de la medicina en el tratamiento de pacientes con obesidad, no se habló de los medicamentos y las cirugías efectivas como soluciones para resolver la crisis de salud pública. Hablaron sobre cambiar el sistema alimentario de tal manera que también aborde el cambio climático que ahora ha cobrado un impulso internacional. Pero tratándose de la obesidad, se sigue acusando a los gobiernos de ser Estados sobreprotectores si tratan de intervenir con regulaciones, etiquetados e impuestos. 

Esto se debe en parte al hecho de que, en vez de ver la obesidad como un desafío social, predomina el sesgo de que es una elección individual. Prevalecen la incomprensión y la culpa, y se pueden ver en todas partes. A la gente se le dice que es suficiente con que coma más verduras y haga ejercicios. Los gurús y las empresas dedicadas a las diferentes dietas recaudan miles de millones con modas alimentarias y de acondicionamiento físico que acaban fracasando. Cuando las personas no pueden controlar su peso corporal, suelen culparse a sí mismas. 

Mientras no veamos la obesidad como algo que se ha impuesto a las sociedades, y no como algo que eligen los individuos, seguimos discriminando a la gente por su peso y continuarán las curas mágicas y las malas políticas. Mientras no dejemos de culparnos a nosotros mismos y a los demás, y empecemos a centrar la atención en los entornos y los sistemas, la tasa de obesidad mundial continuará su ascenso, una tendencia que ningún país ha revertido de manera sustancial, ni siquiera en los niños…Este tema de la obesidad es de gran importancia y a la cual la sociedad debe poner toda la atención necesaria porque a decir de la Organización Mundial de la Salud, la OMS, esta es la verdadera pandemia del Siglo XXI, que podemos combatir si educamos a la población en el manejo de estilo de vida saludable y detenemos el avance de la crisis climática que amenaza con acabar la vida en el planeta tierra…Si a esta pandemia de la obesidad no le aplicamos políticas globales integrales, desapareceremos…Como siempre, muchas dudas nos asaltan, pero todos tenemos claro que la responsabilidad mayor la tienen los líderes mundiales, que aún en la COP 28 no alcanzaron a tomar las decisiones serias, de fondo y urgentes para detener la crisis climática e imponer una cultura de prevención para todos y a escala globa…

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