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EL FUTURO DEL PROGRESISMO

Por: Jorge Agudelo Moreno..

Columna de Opinión

La llegada por primera vez de un gobierno progresista ha implicado retos de enorme complejidad para Colombia. Tras varios años de hegemonía de la derecha con un marcado acento neoliberal, en términos económicos, el país se enfrenta a una coyuntura que requiere de respuestas distintas a las aplicadas a “raja tabla” en estos años. A esto se suma, la actitud del gobierno de Iván Duque de hacer trizas el Acuerdo de La Habana, que puso fin a más de medio siglo de guerra, pero cuyos compromisos fueron desconocidos con el argumento de que, las responsabilidades eran exclusivas de la administración anterior y no necesariamente vinculantes en los gobiernos subsiguientes. Esto lo hizo a pesar de que la Corte Constitucional se manifestó porque el pacto de paz debía ser concretado y mantenido al menos hasta 2030, precisamente para evitar que, con esa narrativa cortoplacista, se esquivaran responsabilidades asumidas no por el gobierno Santos, sino por el Estado   

El nuevo ejecutivo en cabeza de Gustavo Petro con una bancada en el Congreso unificada alrededor de un proyecto de unidad nacional, deberá por tanto privilegiar determinados temas de interés nacional. Esto es urgente por cuenta de la crisis social que vive Colombia por la delicada situación de orden público en varias zonas del país, donde el abandono del proceso de paz, ha derivado en niveles inquietantes de inseguridad.Hasta la fecha, más de 300 desmovilizados de las FARC han sido asesinados y 2021 cerró con la escandalosa cifra de casi 100 masacres, de acuerdo con el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz). Esto implica una serie de retos inmediatos que no dan espera y que deberán concretarse, con la enorme dificultad que supone cambiar esquemas mentales y prejuicios que en Colombia existen desde hace décadas, pero que son necesarios para el cambio

El restablecimiento de relaciones con Cuba y Venezuela es coherente y permite rescatar la tradición diplomática que, durante décadas el país ha defendido. Los gobiernos cubano y venezolano han participado de buena parte de los procesos de negociación con distintos grupos armados. En este anhelo, el restablecimiento de relaciones con Cuba y Venezuela es coherente y permite rescatar la tradición diplomática que, durante décadas el país ha defendido. Los gobiernos cubano y venezolano han participado de buena parte de los procesos de negociación con distintos grupos armados, por eso jamás se entendió la arbitrariedad con la que el gobierno anterior los alejó de la paz y, con ello, sepultó cualquier negociación durante 4 años. Una decisión costosa en términos humanitarios, pero que afortunadamente ha sido rápidamente corregida.  

Al igual que el resto de Estados de América Latina, Colombia ha centrado buena parte de su economía en el extractivismo. La explotación de recursos del subsuelo ha sido en buena medida considerada como una de las principales fuentes de riqueza y generación de ingresos. Sin embargo, hasta el momento, tal esquema productivo ha resultado nocivo para el medio ambiente y ha afectado los equilibrios ambientales. En 2021 se incrementó la deforestación en 1,5% respecto del año anterior llegando a las 174 mil hectáreas de acuerdo con el Ministerio del Medio Ambiente. A esto se suma la gravísima situación que padecen los líderes ambientalistas, desprotegidos durante cuatro años por el gobierno de Duque. En 2020, Colombia ocupó el deshonroso título como el país más peligroso del mundo para activistas ambientales con 65 asesinatos, casi la tercera parte del total de la cifra global y más del doble del segundo -México- con 30 fallecidos. 

La integración latinoamericana tiene una oportunidad inmejorable por la renovación de la política y la salida de gobiernos conservadores que fueron desmontando espacios de diálogo político. Con el retorno del progresismo a varias naciones y la reconocida intención de Petro de involucrarse de nuevo con América Latina, vocación consignada en la constitución colombiana, es posible avanzar en la integración.  La idea de ampliar la Comunidad Andina a Argentina, y negociar el retorno de Chile y Venezuela puede acabar con años de intrascendencia en la integración andina. .  

La hoja de ruta del gobierno de Petro está llena de desafíos en un país que vive una polarización como pocas veces en su historia, y tiene enfrente un panorama social crítico luego de dos años de pandemia y el retorno de las lógicas de la violencia, tras el abandono del proceso de la paz por la administración anterior. Sin embargo, el clamor de paz expresado en las urnas, así como la reivindicación cada vez más sonante de cambio, son una muestra de que el nuevo gobierno dispone de apoyos populares para llevar a cabo una transformación que, seguramente ocurrirá a paso lento, como debe ser en las democracias, apoyándose en grandes consensos para que Colombia se acerque a un modelo económico y social más parecido al que se pactó en la Constitución del 91 y de cuyos ideales se fue alejando en los últimos años.Finalmente, el futuro del progresismo en Colombia dependerá mucho de si al gobierno de Petro le va bien y si llegan a un acuerdo para trabajar unidos, ya sea consolidando la idea del partido único o materializando la idea del Frente Amplio, que garantice que todos los sectores y fuerzas políticas participen en pie de igualdad y escojan de manera democrática el candidato que los represente unidos en el 2026. Porque lo que sí queda claro es que si van divididos, con seguridad no hay futuro

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